La vergüenza es un sentimiento que surge de una evaluación negativa del yo, y cursa con la idea de ser inadecuado/a y el deseo de ocultarse, volverse invisible y desaparecer.
La vergüenza se puede definir como una sensación de pérdida de dignidad, de tristeza, insuficiencia y/o inadecuación acompañada de rabia, calor intenso y/o rubor facial, que se produce cuando nuestras debilidades son expuestas. Es el miedo a ser juzgado negativamente, de manera real o imaginaria pudiendo generar odio hacia uno mismo, al considerarse un error.
La sentimos sin haber hecho nada malo; también al anticipar una situación y por tanto en soledad, sin necesidad de un desencadenante externo más allá de nuestros pensamientos y recreaciones.
Esta emoción está incluida en la clasificación de las denominadas secundarias, debido a su aparición tardía en el desarrollo evolutivo del niño (a partir de los dos años) coincidiendo con su primera conciencia de auto-representación como individuo, y es uno de los rasgos que definen el trastorno de personalidad por evitación.
Claves para superar la vergüenza
- Reinterpreta las causas que te llevaron hasta allí.
- Identifica tus pensamientos. ¡Desmóntalos!
- Si ya sabes que algo te hará pasar vergüenza, tienes dos opciones: no repetirlo o hacerlo, ¡Trasciéndela!
- Identifica si es local o tiene orígenes en tu pasado.
- Ten en cuenta que todos la sentimos y es natural, ¡Normalízala!
- Aprende a hablar su lenguaje. Diferenciar entre esta emoción, culpa, humillación… nos ayudará a pedir lo que necesitamos; a entender y que nos entiendan.
- Evita regocijarte en esa incómoda sensación, eres más que eso.
- Si alguien te está haciendo sentir vergüenza, di: ¡Basta!
Siempre puedes devolver la vergüenza a quien te avergonzó o restaurar tu honor exigiendo una disculpa. Pero será todavía mejor fomentar la empatía.
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