El interés por la Identidad o Self

El interés por el self fue introducido en psicología por William James en 1890. Distinguía entre:

  1. el yo empírico (dentro del cual incluye el yo material o consciencia del cuerpo y de los objetos o propiedades de uno)
  2. el yo social (relativo a las relaciones con los demás, la propia reputación y el deseo de agradar)
  3. el yo espiritual (consciencia de los propios procesos mentales, como pensamiento y sentimiento)
  4. el ego puro, que supone la integración de todos, donde James sitúa la identidad personal

En las décadas de los veinte y los treinta, el modelo de ciencia neopositivista y el auge del conductismo rechazaron en bloque el estudio del self, que continuó prácticamente olvidado hasta mediados los años setenta, con la excepción de las consideraciones humanistas de Rogers y Allport.

Sin embargo, actualmente la convergencia de intereses en las investigaciones actuales sobre la interacción social, personalidad y procesos cognitivos han llevado a un resurgir de la atención hacia el self. Cómo se mantienen unidas a lo largo del tiempo las distintas experiencias de uno mismo, y cómo puede darse la identidad personal a través de los cambios, son preguntas claves para la psicología.

La experiencia subjetiva que uno tiene de sí mismo, y la autoestima o insatisfacción con ciertos aspectos del propio funcionamiento, son centrales para la psicoterapia y psicología clínica.

 

Áreas del Self exploradas en psicología

A partir de este interés por el sélf, las principales áreas del self que han interesado en la psicología contemporánea son las siguientes (adaptado de Pervin, 1978):

El yo como experiencia: yo fenoménico

  • Autoevaluación y autoestima
  • Percepción de imagen corporal y tono afectivo
  • Discrepancia entre yo real y yo ideal

El yo como procesador de la información: yo cognitivo

  • La representación mental del yo: autoconceptos, esquemas, prototipos, guiones
  • Autoconciencia

El yo como presentación social: yo conductual

  • Roles sociales y normas de interacción
  • Estrategias de autopresentación y manejo de impresiones
  • Autorregulación y autocontrol

Sobre esto último y resumiendo acerca de las principales áreas de interés querría resaltar las siguientes consideraciones del self:

  • AUTOCONCEPTO y AUTOESTIMA, incluyendo por supuesto la percepción de la imagen corporal, y la discrepancia entre el yo real y yo ideal.
  • YO como PRESENTACIÓN SOCIAL: el rol social

 

Teoría de la Autodiscrepancia, de Edward Tory Higgins

Acerca del Yo real y Yo ideal, interesante es la Teoría de la Autodiscrepancia, de Edward Tory Higgins (1987y 1989), que propone los siguientes dominios del Yo:

  • Yo Real o “yo tal como soy”
  • Yo Ideal o “yo como me gustaría ser”
  • Yo Debería o “yo como debería ser”
  • Yo Potencial o “yo como puedo ser”
  • Futuro Yo (Yo Esperado) o “yo como seré en el futuro”

Las discrepancias entre el Yo Real y el Yo Ideal estarían relacionadas con síntomas depresivos (tristeza, abatimiento, desánimo, insatisfacción, decepción vergüenza, consternación). Las discrepancias entre Yo Real y Yo Debería estarían relacionados con estados de ansiedad (agitación, nerviosismo, miedo). Si la discrepancia se refiere a obligaciones personalmente aceptadas (Yo Debería Propio), la persona tendrá además sentimientos de culpabilidad.

 

Modelo de la Autocomplejidad de Linville

Cabe mencionar también el Modelo de la Autocomplejidad de Linville (1985 y 1987). Supone que el yo está representado en términos de múltiples aspectos, que dependen del:

  1. número de roles sociales (esposa, abogada…),
  2. tipo de relaciones interpersonales (de colegas, de apoyo maternal, …),
  3. actividades realizadas (trabajar, nadar, …),
  4. y rasgos de personalidad supraordenados (ambiciosa, creadora, …).

La autocomplejidad se define en función del número de aspectos del yo y el grado de diferenciación entre diferentes aspectos.

La hipótesis que plantea este modelo es que la autocomplejidad modera el impacto de los acontecimientos positivos y negativos sobre el afecto, de modo que las personas bajas en autocomplejidad experimentan mayores fluctuaciones en su estado afectivo en respuesta a los acontecimientos vitales.

Las personas altas en autocomplejidad se verán menos afectadas en cualquier suceso vital, positivo o negativo, ya que siempre habrá otros aspectos del yo que quedan intactos y que atenúen sus consecuencias.

 

Posibles definiciones de la identidad

Por último y como síntesis, una definición aceptada acerca de la identidad del yo, podría ser la siguiente:

La identidad del yo es un producto que se gesta en el proceso de socialización para dar consistencia y continuidad a las experiencias, en un primer momento, a partir de generalidades simbólicas que extrae el sujeto del sistema social en que vive, y posteriormente, a través de un proceso de progresiva diferenciación e individuación que le permite establecer una creciente independencia frente a los sistemas sociales a la hora de legitimar e integrar sus actos en una biografía coherente (Benhabib, 1995; Woodward, 1997)

Esta definición recoge muy bien las distintas dimensiones del concepto de identidad que aquí estamos abordando:

  • Se trata de un proceso
  • Consistencia y continuidad de las experiencias
  • Experiencias vividas en un primer sistema social: normalmente la familia de origen
  • Diferenciación e individuación progresiva
  • Una biografía coherente: sobre esto último, es importante también poner el acento en la narrativa que hacemos a través del lenguaje sobre las cosas que hemos vivido y nos han pasado a lo largo de nuestra vida. En el mejor de los casos será una narrativa que de sentido y argumento a nuestra historia, favoreciendo así una continuidad y consistencia a nuestra identidad, a quiénes somos.

Por último, otra definición de la identidad podría ser la siguiente:

Podemos entender la identidad como la parte del concepto de uno mismo que facilita a la persona un aspecto unificado de su yo personal y social, una imagen en la que ese yo se afirma, puesto que la identidad permite al sujeto tomar conciencia de sí mismo, de su lugar en el mundo y en relación a los demás (McAdams, 1995).

 

Autores: César Sánchez Prieto y Concha Hidalgo

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Avia, M. A. y Sánchez, M. L. (1995). Personalidad: Aspectos Cognitivos y Sociales. Madrid: Pirámide.

Benhabib, S. (1995). Fuentes de la identidad y el yo en la teoría feminista contemporánea. Ponencia presentada al seminario Subjetividad y género: A propósito de una construcción social, organizado por el Institut Universitari d’Estudis de la Dona. Univ. de València

Erikson, E.H. (1959). Identity and the life cycle: Selected Papers. Psychological Issues, I, 1-171.

Erikson, E. H. (1968). Identity, youth, and crisis. New York: Norton.

Erikson, E.H. (1971). Identidad, juventud y crisis. B.Aires: Paidós.(Or.1968).

Marcia, J. E. (1980). Identity in adolescence. En J. Adelson (Ed.), Handbook of adolescent psychology (pp.159-187). Nueva York: Wiley.

Marcia, J.E. (1993). The Status of the Statuses: Research Review. En J.E.

Marcia, A.S. Waterman, D.R. Matteson, S.L. Archer y J.L.Orlofski, Ego identity: A handbook for psychosocial research (pp. 22-41). Nueva York: Springer-Verlag.

Marcia, J.E. (2001). A Commentary on Seth Schwartz´s Review of Identity Theory and Research. Identity, 1 (1), 59-65.

McAdams, D. (1995). What do we know when we know a person? Journal of Personality, 63, 365-396.

Pastor, R. y Bonilla A. (2000). Identidades y cuerpo: el efecto de las identidades genéricas. Papeles del Psicólogo. Vol. 75

Pervin, L. A. (1978). Current controversies and issues in personality. Nueva York: Wiley.

Woodward, K. (1997). Identity and difference: Media and identities. London: Sage.

Zacarés, J. J. et al. (2009). El desarrollo de la identidad en la adolescencia y adultez emergente: Una comparación de la identidad global frente a la identidad en dominios específicos. Anales de Psicología, vol. 25, nº 2 (diciembre), 316-329. España (Murcia)

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