En esta interesante entrevista, Eva Montero Vera nos habla del suicidio y responde como especialista a las preguntas que le planteo sobre el impacto de la pandemia, las estadísticas y la prevención de la conducta suicida.

El suicidio se puede prevenir, no predecir.

Como afecta la pandemia al suicidio

En el contexto de pandemia en el que hemos tenido un aislamiento obligado, menor contacto social, más retraimiento, mayor tendencia a la depresión, desinterés, mucha soledad… ¿Cuál ha sido el impacto de todo ello?

La soledad en personas mayores de 60 años ha aumentado la tasa de suicidio. En gente joven, la situación de soledad causada por la pandemia, ha hecho aumentar los intentos de suicidio, la angustia e ideación suicida.

Es importante la comunicación, la BUENA comunicación. Lo preferible es el contacto físico, aunque si este no existe, es importante el contacto social. Para saber las situaciones que están atravesando las personas de nuestro entorno y poder ayudarlas.

Hay que hablar del suicidio con sensibilidad, como si hablásemos con nuestro ser más querido.

En este tiempo de pandemia, no tenemos aún las estadísticas, pero todo indica que ha aumentado el número de suicidios. Han aumentado las consultas a nivel psicológico y psiquiátrico y las llamadas a teléfonos de emergencia.

La referencia que tenemos, es que, en pandemias anteriores, en diferentes países, se ha visto un incremento del suicidio y los trastornos psiquiátricos.

Hay que ser muy prudentes porque se producen noticias alarmistas, aunque aumente el suicido no es una pandemia de suicidio. Es una situación que hay que atender. Actualmente en España hay actividades y actos culturales para hablar del suicidio, aunque todavía queda trabajo en la divulgación.

Una manera de prevenir el suicidio es hablar de ello.

Así mismo, la divulgación respecto al suicidio debe hacerse de forma profesional, no a través de noticias espectaculares de suicidios de famosos, sino con charlas y actividades para concienciar sobre el sufrimiento de las personas y la prevención del suicidio (charlas a los padres, adolescentes en centros educativos…etc)

Se ha constatado que el 50% de las personas que se han suicidado, acudieron a urgencias la semana anterior al suceso. En la mayor parte de los casos se debe a la falta de infraestructura que permita ingresos hospitalarios y una atención adecuada, al paciente y a la familia, durante y después del ingreso. Cuando sucede el suicidio, es porque la persona no ve otra salida, no hay otra opción viable para ella. El suicidio es un fracaso y esto deja muchas secuelas a todos los niveles.

Cuando una persona llega a ese estado, es porque no ve otra salida, no hay otra opción viable para ella.

 

¿Hay indicadores que podemos identificar para ayudar a la persona?

Hay muy pocos casos en los que el suicidio sea una sorpresa. La mayoría de personas muestran señales previamente:

  • Conductas de abandono
  • Cambios de humor muy exagerados
  • Aislamiento
  • Desinterés
  • Soledad
  • Conversaciones en las que dicen “te quiero mucho”, “no te preocupes por mi” …

 

Cuando identificamos esos indicadores, es conveniente ponerlo en conocimiento de los familiares o algún tipo de atención docente o sanitaria que puedan ayudar a que esta situación cambie.

El suicidio no es culpa de nadie, pero es responsabilidad de todos.

La persona que se quiere suicidar, casi siempre, es por el sufrimiento que está atravesando, no porque quiera morir.

Qué hacer cuando una persona de tu entorno empieza a presentar señales

Siempre debemos intentar:

  1. No dejar sola a la persona, estar con ella físicamente o demostrarle que estás pendiente.
  2. Si hay riesgo, quitar todos los posibles instrumentos que pueda utilizar.
  3. Acompañamiento, recomendarle o llevarle a recibir una atención psicológica o psiquiátrica.

Evitar frases como: “esto le pasa a todo el mundo”, “es lo normal”, “no tienes por qué preocuparte”, “eso es una tontería”.

Muchas veces las personas que evitan suicidios, además de los profesionales y especialistas, lo hacen simplemente con una forma de intervenir muy cercana, en la cual lo que importa es lo que le está pasando al otro.

En ocasiones, hay personas que están en un nivel de sufrimiento tan grande que la empatía les queda muy lejos. Lo más importante es poder conectar, de la forma que sea, y la persona ve otras opciones y una salida que le hace darse cuenta de que el suicidio no es lo que quería.

Las señales son alertas, no llamadas de atención. El suicidio puede acabar sucediendo.

Por otra parte, se pueden dar casos de chantaje, extorsión y manipulación con el argumento del suicidio. Algunas personas pueden amenazar con suicidarse si no actuamos como ellas quieren, y aunque no tengan una ideación suicida, significa que detrás de estas palabras hay sufrimiento. Por tanto, esto hay que tratarlo, sugerir a la persona que pida ayuda, confrontarle y no evitarle para que haga frente a su dolor.

 

Acompañamiento familiar: individual o grupal

Normalmente el acompañamiento se suele dar de forma individualizada. La persona que sufre elige con qué persona de su entorno conecta mejor, y quien es su persona “puente”. Es difícil que se de en conjunto, de forma grupal.

De cara a abordar el duelo, estaría bien que pudiera hacerlo la familia de forma grupal. Aunque es habitual que se afronte individualmente. Cada persona de la familia va a reaccionar de modo distinto y va a vivir la perdida de forma particular.

Los supervivientes, reciben atención psicológica individual y también forman parte de grupos con los que tienen afinidad (supervivientes por suicidio, o por suicidio de madre, de hermanos, de hijos…) Esto es muy reconfortante, es una experiencia que nos ayuda a ver reflejado en otros lo que sentimos.

Para consultar más información, puedes descargar PREVENSUIC la app sobre prevención del suicidio.

 

Si sientes que es necesario pedir ayuda para ti o para alguien de tu entorno, es una buena decisión. Escríbeme, estaré encantada de poder hablar contigo.