¿Por qué nos cuesta tanto amar desde un lugar seguro?

En nuestra historia personal, muchas veces aprendemos a amar desde la necesidad, la carencia o el miedo. No porque no sepamos amar, sino porque lo hacemos desde lo que nos dolió. En este artículo, te explico cómo los traumas afectivos marcan nuestras relaciones y cómo la terapia EMDR puede ayudarte a sanar esos patrones.

¿Qué es un trauma afectivo?

Los traumas afectivos no siempre tienen que ver con grandes eventos. A veces, son pequeñas heridas acumuladas a lo largo del tiempo: una falta de afecto repetida en la infancia, experiencias de rechazo o abandono, o la sensación persistente de que hay que ganarse el amor para ser merecedor de él.

Este tipo de trauma se manifiesta en situaciones cotidianas:

  • Te responsabilizas de todo en el trabajo o en casa y sientes que solo eres valiosx si eres útil.
  • Te cuesta pedir ayuda porque crees que deberías poder con todo.
  • Ante una pareja que se muestra distante, sientes miedo al rechazo y tratas de “no molestar”, aunque por dentro estés sufriendo.

El impacto de las heridas emocionales en tu presente

Estas heridas pueden condicionar tu forma de amar, elegir pareja, vincularte, tomar decisiones o incluso confiar. Lo hacen desde un lugar profundo, muchas veces almacenado en la memoria emocional y corporal, sin que seas del todo consciente.

Desde aquí, no se trata de olvidar lo que ocurrió, sino de aprender a vivir con ello de forma más saludable. Desde el cuidado. Desde la consciencia.

¿Cómo ayuda el EMDR en estos casos?

La terapia EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares) trabaja directamente con las memorias traumáticas atrapadas en el sistema nervioso. A través de la estimulación bilateral, el terapeuta guía a la persona para que pueda reprocesar esas experiencias dolorosas, reducir su intensidad emocional y construir una nueva narrativa más adaptativa.

  • Ya no es necesario vivir condicionados por lo que nos pasó.
  • Podemos elegir desde lo que somos hoy, y no solo desde lo que dolió.

Ejercicios para acompañarte en el proceso

Te comparto dos prácticas sencillas que puedes aplicar si te sientes activadx emocionalmente:

  • Reformular tu diálogo interno:
    Cuando aparezca un pensamiento autocrítico, detente, respira y repite una frase compasiva, como:
    “Estoy a salvo. Esta emoción es antigua. Hoy puedo elegir cuidarme.”
  • Ejercicio de regulación con tapping:
    Da golpecitos alternos con las manos en los muslos, prestando atención a una sola parte de tu cuerpo donde sientas tensión. Este ejercicio de estimulación bilateral ayuda a calmar tu sistema nervioso.

Sanar no es olvidar. Es vivir con menos dolor.

La intensidad emocional no desaparece del todo, aunque puede disminuir hasta un nivel manejable. Esa es la base de la integración emocional: sentir, sin que duela tanto.

Recuerda que todos tenemos heridas, aunque también tenemos el poder de sanarlas y transformar nuestras actitudes.

Un abrazo enorme

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