¿Cómo empezar a trabajar un caso clínico? La importancia del encuadre, la evaluación y el origen del malestar

Cuando llega una persona a consulta, es fácil que nos veamos tentadxs a ir directas al síntoma: la ansiedad, la baja autoestima, los conflictos en las relaciones, la dificultad para poner límites… Pero si algo he aprendido a lo largo de mi experiencia clínica, es que detrás de cada síntoma hay una historia que necesita ser escuchada con profundidad.

Hoy quiero compartir contigo algunas claves esenciales para empezar a trabajar un caso clínico de forma sólida, desde un enfoque integrador y profundo que no solo alivie el malestar, sino que permita comprender de dónde viene. Porque sí, podemos poner parches… pero lo transformador ocurre cuando vamos al origen.

¿Desde dónde partimos en terapia?

Uno de los errores más comunes es comenzar a intervenir demasiado pronto, sin una comprensión clara de qué está sosteniendo el malestar. Por eso, dedicar tiempo a construir un buen encuadre, realizar una evaluación rigurosa y establecer objetivos terapéuticos realistas es clave.

Preguntarnos: ¿Qué función tiene este síntoma? ¿Qué intenta resolver o evitar la persona a través de este malestar? ¿Qué necesita en realidad? Estas preguntas nos ayudan a mirar más allá del síntoma y empezar a trazar un mapa de trabajo claro y coherente.

Ir al origen: una mirada integradora

Trabajar desde el origen no significa quedarnos atrapadas en el pasado, sino entender cómo ciertas experiencias vividas siguen resonando en el presente. Muchas veces, lo que hoy genera sufrimiento tiene raíces profundas: vínculos tempranos, situaciones vividas en la infancia o adolescencia, experiencias que dejaron una huella emocional sin procesar.

Aquí es donde el enfoque integrador cobra fuerza: combinar lo emocional, lo cognitivo, lo relacional y también lo neurobiológico. Porque somos un sistema complejo, y todo está conectado.

El papel del EMDR en este enfoque

Dentro de este abordaje integrador, el EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares) se convierte en una herramienta valiosísima. No solo por su eficacia en el tratamiento del trauma, sino porque nos permite trabajar de forma profunda con las experiencias del pasado que siguen interfiriendo en el presente.

Muchas veces, durante las primeras sesiones de evaluación ya aparecen indicios de recuerdos diana que están relacionados con el malestar actual. El EMDR nos ayuda precisamente a acceder a esos recuerdos, reprocesarlos y liberar la carga emocional que aún sostienen.

Y no, no se trata de aplicar EMDR por sistema, sino de saber cuándo tiene sentido integrarlo en el proceso terapéutico. Siempre desde un buen encuadre previo, con seguridad emocional y sabiendo hacia dónde queremos ir con la persona que tenemos delante.

Algunas claves prácticas para empezar un caso

  • Escucha con calma, sin prisa por intervenir.
  • Observa la coherencia entre lo que dice, lo que siente y lo que hace.
  • Formula hipótesis clínicas abiertas y flexibles.
  • Valora qué experiencias pasadas pueden estar conectadas con lo que ocurre hoy.
  • Y si trabajas con EMDR, empieza a detectar posibles recuerdos diana desde el principio, sin forzar, solo dejando que aparezcan.

 

Preguntas que abren camino

Te comparto algunas de las preguntas que nos ayudan muchísimo en consulta:

  • ¿Cuál es el motivo real por el que vienes en este momento?
  • ¿Qué esperas conseguir en terapia?
  • ¿Cuándo comenzaron los síntomas? ¿Qué estaba pasando entonces en tu vida?
  • ¿Has tenido momentos de mejora? ¿Qué hiciste entonces?
  • ¿Cómo está tu entorno actual? ¿Tienes una red de apoyo?
  • ¿Qué situaciones o personas están agravando el malestar?

Preguntas que no solo nos orientan a nosotros como profesionales, sino que ayudan también al propio paciente a estructurar su historia, a poner palabras a lo que le ocurre, y a comenzar su proceso con más consciencia.

Terapia es estructurar, sostener y guiar para acompañar de forma más sólida, más clara y más humana

No se trata de tener todas las respuestas, sino de hacer buenas preguntas

A veces, el mayor regalo que podemos ofrecer como terapeutas no es una solución inmediata, sino una mirada nueva sobre lo que está ocurriendo. Una mirada que ayude a la persona a comprenderse, a conectar con su historia y a encontrar sentido a lo que vive.

Y ahí es donde el trabajo terapéutico se convierte en algo realmente transformador.

He preparado este contenido desde una mirada integradora, con ejemplos y reflexiones prácticas pensando en ayudarte en tu día a día como terapeuta. Si tienes alguna consulta más concreta, estaré encantada de que hablamos.

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